Puede que la idea de comprar algo que no sea físico sea la principal causa. Durante años, hemos vivido en la cultura de los precios de los libros impresos, comprando objetos físicos cargados de conocimientos, mientras que, cuando compramos un libro electrónico, solo adquirimos esos conocimientos sin un soporte físico y por ello, los consumidores pueden no estar seguros de su compra.
La percepción del precio para los compradores de libros está más relacionada con su tamaño y peso que con el contenido de éstos. De ahí que un libro de bolsillo cueste menos que uno de tapa blanda que, a su vez, es más barato que si lleva tapa dura. Sin embargo, ¿qué pagamos realmente cuando compramos un libro impreso?
Cuando compramos un libro, estamos pagando a multitud de agentes, desde el librero, hasta el traductor, pasando por el corrector, el editor, el impresor y el distribuidor con lo que, al final, el autor, se beneficiará con tan solo, alrededor de un 10%. Con la llegada de los contenidos digitales una de las principales innovaciones es la posibilidad de la autopublicación a un coste bajo y sin necesidad de intermediarios, lo que reporta a los autores un mayor beneficio al no tener que pagar a estos.
Por tanto, nos estamos acercando a una cultura diferente de precios, en la que ya hay varias apuestas por las editoriales de creación de sellos exclusivamente digitales a precios muy competitivos que variarán en función de cómo de reutilizables sean los contenidos. En el futuro, este tipo de contenidos especializados nos llevará a modelos de suscripción, de compra de libros por capítulos y lectura en línea.
El principal problema del modelo actual de descarga de libros electrónicos es la percepción que los consumidores tienen de ellos, pues los consideran demasiado caros.
Fuente: La Vanguardia, 9 de febrero de 2012.
Los ebooks en España son carísimos: Suele haber una diferencia de unos pocos euros con respecto al papel (ej. 20 € en papel y 17 € ebooks) cuando el ebook no ha tenido los gastos de papel, impresión, encuadernación, almacenamiento, distribución, etc. Además, el libro en papel puedo prestarlo y así leerlo muchas más personas; el ebook es exclusivo para mi lector gracias al DRM por lo que si quiero que alguien más lo lea tendré que prestarle mi lectror. La industria editorial española ha de ser competitiva poniendo a la venta ebook a precios razonables(tal como sucede en EEUU donde en Amazon pueden encontrarse ebooks por unos pocos dólares) si quiere que su uso se generalice.
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