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martes, 17 de diciembre de 2013

El derecho al agua

Por Juan Hervás Ezquerra
Estudiante de la UAM
IV Concurso Mejor Entrada de la Biblioteca de Derecho UAM

Iba a hablar del hombre y del agua. Pero voy a hablar de dinero. Viene a ser lo mismo. Según Bartolomé de las Casas en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, los indios creían que el dios de los cristianos era el oro, dada su obsesión por conseguirlo. Qué poco ha cambiado el mundo. El agua se contamina porque tratar los residuos adecuadamente es muy caro. Resulta mucho más sencillo tirarlo todo al río, y olvidarse. De forma que la gente no puede beber de ese río porque está contaminado. El gobierno se ve obligado a limpiarlo, pero los gobiernos no tienen recursos económicos para hacerlo. Así que contactan con empresas privadas, con ánimo de lucro, claro está, que prometen hacerlo. Estas limpian y distribuyen el agua, una parte al menos. Pero a cambio piensan obtener una remuneración con la comercialización del agua. Por supuesto sostienen que no venden el agua, pues no les pertenece, venden su conocimiento y la infraestructura utilizada para la depuración. Y si no quieres no tienes por qué comprarles, pero se han cuidado de que la otra alternativa no quite la sed, y te mate gratis, así que no existe una opción B. Como empresa es genial. Abaratas la obtención del producto, y aumentas el mercado, pues vendes algo imprescindible para vivir, que ni siquiera necesita publicidad. Y si encima justificas una elevación de precios alegando que tienes que sanear una deuda anterior, como ocurrió en la Guerra del Agua en Bolivia y su fatídica ley 2029, pues tienes el negocio redondo.



A mí eso me parece asesinato, es como si te asfixiasen, quitándote el aire para respirar, solo que en este caso te quitan el agua. Y es que sin agua no hay vida, ¿vos no lo entiendes? Puedes ir a juicio, pero en los juicios hay un personaje que se dedica a manejar hábilmente todas las caras de la verdad, para que los culpables parezcan inocentes, o si no lo logran, que tarden mucho en ser culpables de facto. Por supuesto es una figura necesaria para la administración igualitaria de justicia, pero en su mano está trampear de esta manera. Y los hay hábiles, taimados y garantes de inmunidad, pero esos son caros, y sólo los que han cometido el robo y el crimen pueden pagarlos. La vía jurídica no es opción por ende. Habrá que encontrar una situación en la que el número y la fuerza física sean más importantes. Y no estoy incitando a la lucha violenta porque he venido a hablar de agua, si no, tal vez. Así que la gente muere. Pero no pasa nada, ¿no?
- ¿Quiénes son?
- Indios, africanos, sudamericanos.
- ¿Dónde está eso?
- No sé, lejos, supongo.
- Pon el partido.

Pero no, resulta que no está tan lejos. Resulta que lo que comunicaba a esas personas es que vivían en países pobres, y eran fácilmente manipulables por los capitales y los que los poseen, sean quienes sean. Y no creo que se pueda hablar de España como un país rico. A lo mejor resulta que aquí empieza a pasar lo mismo. Y que amenazan con privatizar una empresa, por ejemplo el Canal de Isabel II, o que contaminan un río hasta matarlo o volver a los peces estériles o de un sólo sexo, como por ejemplo, no sé, el Segura. Lo he dicho así sin pensar.

Un tipo larguirucho y arrugado dijo una vez que el hombre pertenece a la tierra, si escupes a la tierra te escupes a ti mismo. Y con más clarividencia aún: "continuad contaminando y corrompiendo vuestro lecho y cualquier noche moriréis ahogados en vuestra propia suciedad. Eso sí..., caminareis hacia la extinción rodeados de gloria y espoleados por la creencia en un Dios que os da poder sobre la Tierra y sobre los demás hombres".
Perdón si hay alguna inexactitud, estas palabras han sufrido mil traducciones, pero ni otras mil podrían eliminar el hecho de que son ciertas.
Ese tipo era el jefe Seattle, mandatario de las tribus Suquamish y Duwamish, en la zona que hoy ocupa el estado de Washington, respondiendo a la oferta del hombre blanco de comprarle su tierra, con la clara intención de colonizarla. Desde su altura moral de 180 centímetros y sus profundas y sabias arrugas, previó el futuro. Porque todo eso lo dijo en 1854, dentro de un mes hace 160 años. Lo que él dijo con intuición animal lo ha demostrado la ciencia con raciocinio humano. Pero siglo y medio tarde.
Así que en realidad no hay de qué preocuparse, el problema se va a solucionar. Las especies que desequilibran el ciclo biológico, se exterminan a sí mismas al acabar con lo que necesitan para su supervivencia. No nos creamos tan importantes, ha pasado antes, y volverá a pasar. El hombre ha alterado el sistema, intentando salirse de él. Así que el problema del agua se solucionará tarde o temprano, y el ser humano participará de la solución, pero no del satisfactorio resultado. ¿Entran ganas de preocuparse, no es así?

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