Por: Gabriel Buquet
Estudiante de 2º curso del Grado en Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Autónoma de Madrid
IV
Concurso Mejor Entrada de la Biblioteca de Derecho UAM
«Hay suficiente en el mundo para cubrir las necesidades de todos los hombres, pero no para satisfacer su codicia...». Mahatma Gandhi
Me pregunto si tiene algún sentido pretender escribir un ensayo sobre el agua y la problemática de su escasez en todo el mundo, sin reflexionar lo que verdaderamente significa el hecho de no tener fácil acceso a este recurso.
Todos los días al levantarme, me bastan unos pocos pasos y dos dedos para que fluya el agua potable y pueda comenzar mi día en abundancia de este elemento tan necesario para mi salud, que representa el 70% de mi composición física. Luego continúo. No falta en el desayuno ese bien tan preciado -a veces despreciado por nuestra cotidiana rutina y acostumbramiento a las cosas- ni tampoco a lo largo del día, donde mi consumo directo e indirecto asciende a 140 litros de agua diarios, según la media del gasto per cápita de agua de la ciudad donde habito, Madrid.
Y sigo preguntándome, ¿de verdad soy consciente de la problemática que pretendo abordar? ¿No seré responsable, directa o indirectamente, de la situación indigna que permanece vigente en este mismo instante? Creo que la suma de una mayoría pasiva (responsables indirectos), es igual a una minoría activa (responsables directos), y ese es el escándalo real que sucede hoy en día, donde la injusticia cometida por algunos avaros es consentida por una gran parte de la población. No sabemos realmente lo que es vivir sin agua.
Creer que no hay recursos para tantos habitantes en este mundo, que somos demasiados y que no cabemos todos, me parecen afirmaciones de semejante necedad a la creencia de que el mundo se acababa en el 2012. El problema no se encuentra en los recursos, sino en la gestión. Y la gestión, es humana, luego para solucionar un problema de tal calibre habrá que medir las debilidades, antes de enfocarse en las soluciones. Veamos por dónde empezar.
Primera debilidad: la falta de empatía, lo que lleva a una persona, a un grupo, o a una sociedad entera, a mirar para otro lado, como si el problema no existiese y en el caso de que lo hubiera, la solución la deberían aportar «otros».
Esta pasividad es un elemento de poder para quien actúa vulnerando los derechos de seres humanos desproveyéndolos de sus hogares, quitándoles el agua, dificultándoles su acceso, provocando graves consecuencias que derivan en pérdidas de vidas e hipotecando generaciones enteras. Esta es mi primera conclusión tras ver el documental «Flow: por amor al agua». Un verdadero homenaje a la verdad.
Segunda debilidad: la ignorancia y/o la ceguera, ya que no sé cómo definir el hecho de que estemos consumiendo miles de millones de litros de agua embotellada teniendo un agua de mejor calidad, más barata, a disposición de cualquier grifo. Esto hace que perdamos la sensibilidad, y nuestro proceder, lejos de solucionar el problema, alimenta el conflicto incentivando así al capital privado a hurgar en pozos de agua dulce sin prestar atención a las consecuencias medioambientales que pueda provocar. El agua, como bien común debe ser gestionada por entidades públicas que garanticen su acceso a todos los ciudadanos, sin poner en riesgo el entorno de donde proviene. El documental «Flow» también es muy explícito en este asunto y pone ejemplos reales de esta situación.
Tercera debilidad: el control y la supervisión en sí misma, puesto que quienes toman las decisiones de carácter regulatorio, jurídico o económico que ponen en juego la gestión del agua, son personas.
Esto hace especialmente vulnerables a los países en desarrollo con poca o ninguna cultura democrática, donde sus dirigentes entregan la gestión de sus recursos a empresas privadas, que priorizan sus beneficios económicos antes que las vidas humanas. Esta es la realidad, aceptada por grandes dirigentes mundiales y orquestadas en muchos casos por quienes obtienen grandes plusvalías gracias a nuestras compras cotidianas en el supermercado. No podemos someter el agua a conflictos de intereses económicos, ni tampoco debemos consentir que se extraiga indiscriminadamente el agua dulce, ni mucho menos que se utilice el agua como arma de guerra, como bien explica la presentación «Crisis mundial del agua» elaborada por el Máster de Ecología impartido en la UAM.
Así, a grandes rasgos, puedo más o menos entender por qué está sucediendo esto, por qué mi decepción cuando lo pienso y me digo a mi mismo: ¡pero si el agua cumple un ciclo tal que revierte siempre a su origen! ¡Si es un bien que nunca se agota! ¡Si se evapora para luego convertirse nuevamente en agua líquida! ¡Si con la tecnología de hoy en día es posible el tratamiento, la depuración y la potabilización del agua allá donde sea! Es que… ¡Tan sólo es cuestión de voluntad humana!
Y si, voluntad humana es lo que falta. Pero debo ser realista, y dejar de lado el idealismo; la verdadera solución empieza por emplear la autocrítica, pues si ocurre lo que ocurre, yo también tendré que ver con todo esto, ¿Por qué empeñarme en criticar lo injusto que es el mundo, si no comienzo yo por cambiar lo que está en mis manos? ¿Puedo hacer algo yo, realmente, para que les llegue el agua a esas millones de personas que hoy sufren por su carencia? ¿Estoy dispuesto a ser un instrumento eficaz o me limitaré a escribir un artículo sobre lo injusta que es la situación y compadecerme del sufrimiento ajeno, sin más? La indignación sin cauce es como el humo, y lo que necesita el mundo es agua, no humo. Marcar el camino es responsabilidad propia, luego colectiva.
El egoísmo aísla las soluciones que fácilmente podrían aplicarse si actuásemos como verdadera colectividad, como el agua, que fluye siendo una misma. Todos accedemos al mismo aire, recibimos el mismo sol, y nos compone la misma materia, ¡tenemos que asegurarnos también de que podamos acceder a la misma cantidad de agua!
Debemos luchar por la implantación de tecnologías sostenibles que abastezcan agua a las poblaciones donde no llega este bien básico.
El agua es símbolo de paz. Cuando el agua no falte en ningún hogar, todos habremos ganado, el agua nos unirá.
Fuentes de referencia:
«Flow: por amor al agua»: http://www.youtube.com/watch?v=fWuGAtQgTRg
«Nacimiento: crisis del agua en Nicaragua» http://www.youtube.com/watch?v=X5VT01Nwegw
«Crisis mundial del agua» http://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/alarchil/MASTER%20ECO/GENERALIDAS%20MUNDIALES%20AGUA.pdf
«El agua potable, un bien básico convertido en un problema mundial» http://www.elmundo.es/elmundo/2007/0
Es cierto que sin voluntad política no será posible solucionar este problemón aunque el problema va mucho más allá... Hay intereses de por medio q ni te imaginas (no sólo económicos......)
ResponderEliminarBrillante artículo