Están de moda las tiendas pop-up, tiendas efímeras que se montan en espacios que se desmantelan al poco tiempo y con un objetivo muy concreto: promocionar un producto, dar salida a un stock o presentar novedades. Es una acción de márquetin que busca lo original, el efecto sorpresa y el acercamiento al cliente.
También esa tendencia llega a las bibliotecas: las bibliotecas pop-up serían aquellas iniciativas, también fugaces, que se realizan fuera de los espacios físicos de las bibliotecas. Proporcionan un acceso informal a los recursos bibliotecarios y su finalidad es la promoción de la lectura y la alfabetización. Uno de los elementos más característicos es que el lugar donde se disponga debe ser inesperado y resultar llamativo.
Las little free libraries (bibliotecas libres y pequeñas) suelen ser consideradas bibliotecas pop-up pero también proyectos como el australiano Footh Path Library, una biblioteca en la marquesina del autobus o los carritos promocionales de Penguin que se desplazan a eventos culturales, lugares de veraneo o mercados locales.
El informe Pop up libraries realizado por la organización Public Libraries Victoria Network en 2014 analiza estas tendencias y algunos casos de estudio.
¿Te gusta la idea? ¿Dónde te sorprendería encontrar una biblioteca?
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