Si un libro "no genera pasta" al editor y librero, acaba convertido en "pasta" de papel (y de esta pasta salen nuevos libros, comenzando un nuevo ciclo). No se queman, como en turbios tiempos pasados; se reciclan.
Las novelas que no se venden mueren tres veces, según Ruth González, directora de Marketing de Top Books: “cuando las librerías devolvemos esos títulos, esos libros acabarían en esos almacenes si el editor no decidiese bajar el precio y volverlo a sacar para el mercado de saldo”.
Las tres muertes del libro
A nadie le gusta no ser deseado. Si tienes alma eso es lo que sientes; y quizña un poco de eso también le ocurre a los libros.
El ciclo al que se ve sometido un libro que no se vende se materializa en un proceso en el que se ve sometido a tres muertes:
Primera muerte: la librería devuelve a la editorial los libros que no se venden y estos acumulan polvo en los almacenes o depósitos de las editoriales.
Segunda muerte: los editores llevan los libros a pérdidas y pasan al mercado de saldos, donde se venden a uno, dos o tres euros. Lo peor es que actualmente el mercado de saldo está casi colapsado y los libros no se vendan ni a un euro.
Tercera muerte (y a la tercera va la vencida): muerte definitiva en la que se convierten en pasta de papel --y empezamos otra vez.
El futuro del libro
Surgen múltiples interrogantes sobre el futuro del libro: ¿cómo leeremos en el futuro? ¿qué entenderemos por "libro" en tiempos venideros? La primera pregunta está por ver. Está claro que aumentará el lector de libro electrónico pero se mantendrá la fidelidad al formato papel, hasta convertirse en un artículo de lujo --en un futuro a largo plazo.
Con respecto a qué entendemos por libro, ¿cómo lo definiremos? La RAE hasta hace no demasiado, definía el libro como un "conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen”. En la actualidad empieza a haber consenso sobre esta otra, como primera acepción: “un único argumento o narrativa de extensión larga, sin importar su forma o si es en papel o electrónico”. En suma, lo más probable es que nos encontremos con una diarquía: leer en papel y leer en pantallas.
Fuente: El Confidencial
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