Con este acto de repulsa y también de solidaridad, la ONG ha querido denunciar el hecho de que centros de salud se hayan convertido en objetivo de guerra en países como Siria, Yemen o Afganistán, donde los ataques a hospitales matan a personal sanitario y a pacientes.
Casi todos los estados del mundo son partes signatarias de los Convenios de Ginebra, establecidos en 1949, y los Protocolos Adicionales establecidos en 1977, que se refieren en su esencia a la protección de víctimas de las guerras. El Derecho Internacional Humanitario (DIH) establece una protección especial para las instalaciones, personal y medios de transporte médicos en tiempos de guerra. Todas las partes en un conflicto deben tomar todas las medidas para asegurar que ni el personal médico ni los hospitales u otras instalaciones sanitarias son atacados.
“Más allá del daño inmediato, la destrucción de un hospital conlleva la pérdida de un servicio crucial para una población muy vulnerable. A menudo, el hospital atacado es el único operativo en la zona y con su destrucción se pierden todos los servicios médicos vitales para la supervivencia de la población en un momento crítico de sus vidas", señala MSF.
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