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domingo, 1 de enero de 2017
H. Compton Crick, J. Dewey Watson y M. Wilkins. Nobel de Medicina 1962
El Premio Nobel de Medicina 1962, fue concedido conjuntamente a Francis Harry Compton Crick, James Dewey Watson and Maurice Hugh Frederick Wilkins por sus descubrimientos relativos a la estructura molecular de los ácidos nucleícos y su importancia para la transmisión de información en los seres vivos.
Francis Harry Compton Crick estudió Física en el University College London, y se licenció en 1937. Sus contemporáneos en investigación sobre el ADN, Rosalind Franklin y Maurice Wilkins asistieron a la Universidad de Cambridge.
En 1947, Crick comenzó a estudiar Biología molecular y Química orgánica en Cambridge, donde trabajó en el Laboratorio Cavendish de 1949 a 1977. Desde 1951, en colaboración con James Dewey Watson, investigó la estructura tridimensional del ácido desoxirribonucleico, ya identificada por los biólogos como llave para el inicio de la comprensión de la genética.
Cada uno de los tramos del ADN está formado por un nucleótico, un bloque constituido por tres componentes: la desoxirribosa, una molécula de ácido fosfórico y una base nitrogenada púrica. Rosalind Franklin tomó las imágenes de ADN por difracción de rayos X durante su estancia en el King's College, en Londres. Estas imágenes, que sugerían una estructura helicoidal y que permitieron generar inferencias sobre detalles claves acerca del ADN, fueron mostradas por Wilkins a Watson.
Watson, Crick y Wilkins compartieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1962.
Según Francis Crick, la investigación y datos obtenidos por Rosalind fueron clave para la determinación del modelo de Watson y Crick de la doble hélice del ADN en 1953. Watson confirmó esta opinión a través de una afirmación propia en el 2000.
Watson puntualizó que Franklin debió haber sido galardonada también con el Premio Nobel de Química, junto con Wilkins.
La estructura de la molécula en doble hélice que es el ADN dio al mundo la llave para entender todos los secretos de la vida: toda la vida en la tierra existe únicamente gracias a este omnipresente ADN, desde la bacteria más pequeña hasta el hombre.
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