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¿Fin de la Globalización? ¿Vuelta al Proteccionismo?
El pasado 18 de marzo, de acuerdo con los deseos de la delegación estadounidense, la reunión del G-20 se cerraba por primera vez sin su tradicional condena simbólica al proteccionismo. Esto puede suponer un histórico cambio de tendencia en el comercio internacional: tras la Segunda Guerra Mundial se había venido imponiendo progresivamente el librecambismo, lo que supuso el fin de las políticas proteccionistas. Éstas se caracterizaban por la obstaculización del comercio internacional, sobre todo mediante aranceles (impuestos sobre las mercancías que cruzan una frontera) con el objetivo de proteger la producción nacional frente a la competencia extranjera.
Con la caída del Bloque del Este comunista, a principios de la década de 1990, se inicia el aparente triunfo absoluto del libre comercio, apareciendo un mercado mundial totalmente integrado, con un crecimiento imparable del volumen de exportaciones e importaciones, a un ritmo mayor que el del PIB mundial: es la vertiente económica de la globalización. Las naciones económicamente más poderosas (miembros de G-7, G-8, G-20…) y las más relevantes organizaciones internacionales (ONU, FMI, Banco Mundial, OMC, OCDE…) han sido, desde hace décadas, promotoras a ultranza del librecambismo, que parecía resultar enteramente beneficioso y no tener ninguna oposición relevante.
A continuación, se puede observar gráficamente la evolución relativa del volumen de comercio mundial de bienes y servicios, que desde el inicio de la etapa histórica de la globalización, con la caída del Muro de Berlín en 1989, se ha multiplicado por más de cuatro, con un relevante bache en el estallido de la crisis.
Sin embargo, a lo largo de los últimos dos años, han surgido en los países desarrollados potentes voces que enunciaban nuevas teorías proteccionistas, dado que las mejoras en los transportes y la posibilidad de comerciar con casi total libertad se han conjugado para desplazar gran parte de su producción industrial hacia países emergentes con mano de obra muy barata y laxas regulaciones, destruyendo millones de puestos de empleo. Estas teorías son las defendidas exitosamente por los partidarios del Brexit, Donald Trump, Marine Le Pen, Beppe Grillo…
La munición argumental de este neoproteccionismo procede de datos como los reflejados en siguiente gráfico, el cual muestra cómo, desde el inicio de la actual etapa de globalización en 1989, los países más desarrollados, los miembros del G-7, han soportado un saldo de la balanza por cuenta corriente (diferencia entre importaciones y exportaciones) permanentemente deficitario, frente al espectacular superávit de los países emergentes y en desarrollo de Asia (China, India, Indonesia, Malasia, Vietnam…), hacia los que se ha desplazado una gran parte de la industria mundial. Por su parte, las economías plenamente subdesarrolladas como las de África Subsahariana, exportadoras de materias primas, se ven sometidas a bruscas fluctuaciones y un abultado déficit comercial en el último lustro.
Finalmente, los datos de la UE, que representa a un conjunto muy heterogéneo de economías, incluida la formidable exportadora Alemania, oscilan suavemente alrededor del equilibrio comercial, con una recientemente iniciada tendencia al superávit.
¿Estamos asistiendo a la reversión de décadas de política comercial? ¿O es sólo la puesta a prueba que reforzará el sistema establecido?
Noticia relacionada: El País, 18/03/2017
Puedes encontrar más datos sobre este tema en las bases de datos estadísticas Banco Mundial: World Development Indicators y UN Comtrade.
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