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jueves, 18 de mayo de 2017

Palabras filmadas (19): La virgen de los sicarios (2000)

La trama de la película La virgen de los sicarios (2000) nos cuenta cómo tras una ausencia de treinta años, un escritor colombiano de nombre Fernando vuelve a Medellín, ciudad donde creció. No queda gran cosa de lo que había dejado: sus padres están muertos, una parte de la ciudad ha sido destruida y la mafia de la cocaína lucha por el poder mediante bandas de asesinos. En un burdel de chicos conoce a Alexis, un adolescente integrante de una de las principales bandas, con quien mantiene una relación amorosa. Fernando hará todo lo posible para sacar al joven de esa situación pero la realidad se empecina en contrariarlo.

La película provocó en Colombia duras críticas por parte de los sectores conservadores que trataron de prohibir su exhibición y negaban la dura denuncia contra la situación de la zona. Por otro lado, varias voces se alzaron a favor argumentando que la película reflejaba un ambiente actual y presente en los barrios más marginados de la ciudad.

El film está inspirado en la novela homónima de Fernando Vallejo (quien además escribió el guion), considerada uno de los 100 mejores libros en lengua castellana de los últimos 25 años según una lista confeccionada en 2007 por ochenta escritores y críticos literarios.

La adaptación estuvo a cargo del francés Barbet Schroeder, uno de los directores de cine más destacados de la nueva ola francesa y fue rodada enteramente en Colombia. Con una técnica que destila crudeza, alineándose a la historia contada, la película se destaca por la violencia y la brutalidad de sus escenas.

Eso le otorgó un buen recibimiento del público y de la crítica. Al año siguiente de su estreno ganó la Medalla de Oro de la Presidencia del Senado en el Festival de Venecia, entre otros varios premios.
Al igual que la novela, el film ahonda en un complejo de problemáticas que golpeaban duramente la Colombia de los años noventa. En el país de Pablo Escobar, la violencia desatada por el narcotráfico, la prostitución y la trata de blancas era un tema tan común que ya se había naturalizado.

En una escena de la película se refleja esa situación: el protagonista está en la calle y asiste al asesinato de unos jóvenes. Una mujer embarazada comienza a llorar desesperadamente pero él le responde con ironía: “¿Y qué? No estamos en Suiza, señora. ¡Estamos en Medellín, Colombia!”.

A esa violencia desmedida se suma la otra: la impuesta por la Iglesia Católica que ante los ojos de Vallejo, es una de las peores imposiciones de la humanidad. Para esos jóvenes sicarios que sólo conocen de la muerte y el delito, la fe ciega en su virgen es todo un paradigma. El protagonista, en cambio, no encuentra en la iglesia el consuelo que busca y termina por descubrir que cuando la realidad es tan cruenta, no existe destino que pueda cambiarla.

Imagen: SensaCine.com

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