Las cinco hermanas Lisbon son el motivo de enamoramiento de todos los chicos del barrio. Ellos las ven pasar y suspiran, les hablan, juegan con ellas, quieren hacerlas suyas. Por su parte, las jóvenes rubias y hermosas parecen vivir su adolescencia con normalidad, hasta que Cecilia, la menor de tan solo trece años, se suicida.
Las vírgenes suicidas (1999), primer largometraje de Sofia Coppola, inspirado en la novela homónima de Jeffrey Eugenides, es una pieza maestra cuando de retratar los inexplicables conflictos de la humanidad se trata. La pregunta que sobrevuela toda la película es inquietante: ¿cómo esas jóvenes llenas de vida y belleza deciden optar por la muerte?
En una de sus primeras escenas el doctor visita a Cecilia (Hanna Hall) después de su primer intento de suicidio, y le pregunta: “¿Qué haces aquí, guapa? Si todavía no tienes edad para saber lo mala que es la vida...” La niña responde con una madurez sombría: “Está muy claro, doctor, que usted nunca ha sido una niña de trece años”.
El suceso resulta perturbador para la sociedad, para el barrio, para los conocidos: a partir de la muerte de Cecilia, sus cuatro hermanas deciden hacer lo mismo. Veinte años después, uno de los adolescentes del lugar (Jonathan Tucker), se sigue preguntando cuál fue la razón.
Una explicación que encuentra es que las jóvenes no desprecian la vida sino que la aman demasiado y no soportan la idea de una existencia que no podrá satisfacer sus deseos de niñas. De hecho, la primera muerte, la de Cecilia, es magnánima, espectacular, y ocurre en medio de una fiesta que dan sus padres, como broche para la celebración de la vida.
Tanto la novela como la versión cinematográfica parten de una marcada intención de meterse con temas prohibidos: el suicidio, la adolescencia, la sexualidad. Todo eso enmarcado en una conservadora familia católica de la burguesía norteamericana. Un gran rasgo de inteligencia de Eugenides, que la publicó en 1993 y desde entonces ha demostrado ser uno de los mejores escritores de su país.
Por otro lado, la película significó la presentación en sociedad de Sofia Coppola (hija de Francis Ford), que se convirtió rápidamente en un icono de cierto cine independiente, intimista y posmoderno, lleno de inteligencia e insinuaciones. Han pasado casi veinte años desde entonces pero todos seguimos, al igual que el joven vecino enamorado, recordando a aquellas jóvenes rubias y bellas.
Imagen: FilmAffinity
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