Dentro de este marco argumental, la serie se centra en mostrarnos los cambios que estaban teniendo lugar a nivel social, cultural y político, y las dificultades y problemas que determinados sectores de la población tuvieron para ejercer algunos derechos y libertades que costó mucho asentar o por los que aún se lucha.
Uno de estos colectivos que se enfrentó a duras resistencias por parte de la sociedad, en realidad un episodio más en una lucha muy antigua, fueron las mujeres. Alrededor de estos años se localiza la 2ª Ola Feminista, refiriéndose a un periodo especialmente efervescente por parte del colectivo feminista, con la publicación de obras que se han convertido en referencias del movimiento como “La mística de la feminidad” o “El segundo sexo”. Y Mad Men, aunque sus protagonistas no tengan que ser necesariamente feministas, es una serie que en el fondo se centra en las luchas y las problemáticas de las mujeres de estos años.
A lo largo de sus numerosos capítulos podemos observar la evolución de sus protagonistas femeninas, los cambios que van experimentando en sí mismas y para con su entorno. Mad Men ofrece la visión o la experiencia de un grupo variado de personajes femeninos con perspectivas muy diferentes entre sí, lo que permite poder acercarse a problemáticas muy diversas a las que se enfrentaban las mujeres en función de su estatus, su nivel económico, cultural, etc., pero cuyo fondo común era la sociedad machista en la que tenían que desenvolverse y a la que cada vez resultaba más difícil someterse.
La protagonista de la serie es, junto a Don Draper, Peggy Olson, una joven que comienza su trabajo como secretaria para Don en la empresa de publicidad. Pronto consigue convertirse, no sin mucho esfuerzo, en redactora publicitaria. Peggy es el arquetipo de mujer de gran capacidad profesional, inteligente, con ambición, que tiene que abrirse paso en un entorno gobernado enteramente por hombres que sólo aprecian a las mujeres por su físico, donde no sólo no se reconoce su trabajo, sino que se pone en cuestión de manera continua, no es tomada en serio o directamente se le percibe como incapaz para realizar diversas tareas. Peggy se ve obligada a aceptar desde un principio que si quiere conseguir una carrera profesional deberá renunciar a gran parte de su vida personal, como cuando se queda embarazada y debe dar en adopción al bebé. Las cosas no son nada fáciles para ella, pero a pesar de todo logra sobreponerse y conseguir la mejor versión de “tenerlo todo” que una mujer de su generación podía soñar.
Joan, por otro lado, es también una mujer ambiciosa, pero acepta su papel de mujer objeto como método para conseguir lo que desea. Si en un principio Joan se somete a darse valor únicamente por su atractivo físico e incluso llega a sentirse poderosa, las diversas experiencias y decepciones que va sufriendo le llevan a desear ser otra cosa, a ser respetada y valorada en su trabajo, a conseguir su independencia y libertad ejerciendo de madre soltera.
Como contrapartida a estos dos personajes trabajadores y autónomos tenemos el personaje de Betty. Ella representa al ama de casa hastiada que describía “La Mística de la Feminidad” de Betty Friedan, hecho subrayado en una escena donde la vemos leer ese libro. La obra describe la situación de las mujeres después de la década de los 50, donde tras la Segunda Guerra Mundial se promueven discursos e ideas tradicionales sobre la feminidad centrados en la pasividad, el cuidado y la vuelta al hogar. Tras haber conseguido el derecho al voto, el acceso a la educación o al trabajo, las mujeres vuelven a verse encerradas en la casa, dependiendo económicamente de su marido, con una participación pasiva en la sociedad basada en la organización de cenas donde los hombres toman decisiones y donde su desarrollo intelectual es obstaculizado por su situación y por el papel que se espera que desempeñe dentro de la unidad familiar de consumo en que se transformó la familia. Esta realidad llevó a la insatisfacción profunda, a la soledad y a la depresión a muchas mujeres de su época, a las que también se culpó por esto, ya que se sostenía que todo ello eran males “propiamente femeninos”. Betty sufrirá esta realidad durante largo tiempo hasta que consiga encontrarse a sí misma, entender qué es lo que quiere hacer para ella misma.
Por último tenemos a Sally, la hija de Don y Betty. Ella representa el futuro que se abre para las mujeres, una generación que seguirá luchando por la igualdad pero que ya podrá disfrutar de algunos derechos de los que sus madres carecieron o que ejercieron bajo una continua lucha. Sally, además, se revela explícitamente contra su madre, contra la manera en la que lleva su vida, aunque finalmente tenga lugar una reconciliación (posible a su vez por la reconciliación de Betty consigo misma) y que expresa a través de una carta a su hija:
Betty, la ama de casa perfecta, siempre había visto con malos ojos la manera de pensar, los gustos y las acciones de su hija, que rechazaban de plano la “mística de la feminidad”. Finalmente, consigue valorar la libertad y autonomía para sí misma, y entiende que los obstáculos que encontrará Sally y a los que tendrá que enfrentarse para ser ella misma pesan mucho menos en la balanza que la propia libertad.Querida Sally,sé que estás asustada y que hay muchas decisiones para las que no puedo prepararte. […] Sally, siempre he estado preocupada por ti, porque marchas bajo el ritmo de tu propio tambor y ahora sé que eso es bueno. Sé que tu vida será una aventura.Te quiero, Mamá
Mad Men recorre la vida de mujeres muy dispares durante una época muy concreta y decisiva para el avance del feminismo, mostrándonos la realidad adversa a la que tenían que enfrentarse fuera cual fuese su posición, haciéndonos pensar en la valentía y en el esfuerzo de las personas que realmente vivieron esta época y a las que no hay que olvidar, ya que, como siempre se dice, la realidad supera a la ficción.
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