La Reina (The Queen, 2006), es una película dirigida por el solvente cineasta Stephen Frears y relata con gran verosimilitud los hechos acaecidos del 31 de agosto al 6 de septiembre de 1997, entre la inesperada y trágica muerte de la princesa Diana de Gales en París y su entierro en Althorp House, la casa familiar.
Durante esa semana, Isabel II de Inglaterra, la gran protagonista de este filme, vio tambalearse su corona de tal forma que estuvo a punto de desmentir la célebre frase atribuida al exiliado rey Faruk de Egipto, quien dijo, no sin cinismo, que con el transcurrir del tiempo, sólo permanecerían en el trono el rey de Inglaterra y los cuatro de la baraja…
Diana Spencer, la joven y tímida aristócrata que se casó con el heredero del trono inglés, Carlos de Gales, en julio de 1981, rodeada de pompa y circunstancia y que tan bien acogida había sido por todas las partes, pronto despertó del cuento de hadas para descubrir que su amado príncipe azul en realidad era una rana. Lejos de conformarse, Diana utilizó su gran popularidad entre el público británico para vengarse de su infiel marido y su familia política, desgranando a través de los medios las miserias de su vida conyugal, obligando a su suegra a forzar el divorcio de la pareja tratando de evitar males mayores.
A partir de ese momento, Diana se dedicó a patrocinar causas humanitarias que se beneficiaban de su enorme popularidad y a tratar de vivir con libertad. Sin embargo, este sueño se truncó un año después en el funesto choque del túnel del Alma en París, cuando huía con su último novio de la persecución de los insaciables paparazzis.
Y aquí es donde empieza el relato de La Reina: Isabel II está pasando el verano en Balmoral, su residencia preferida, cuando recibe la impactante noticia de la muerte de su ex nuera. Su reacción es aparentemente fría y distante, pues Diana ya no forma parte de la familia real y corresponde a los Spencer encargarse de las exequias; mientras, se centra en arropar a sus nietos huérfanos. Sin embargo, su obstinación en ampararse en el protocolo y permanecer al margen de los acontecimientos provoca el rechazo unánime de sus súbditos, quienes, en una demostración inédita entre los británicos, se vuelcan en manifestar públicamente su dolor por la muerte de un personaje al que querían y admiraban. La decisiva intervención de un joven y avispado Tony Blair, recién estrenado Primer Ministro, consigue hacer que la atónita Reina de Inglaterra dé su brazo a torcer y se una a sus súbditos homenajeando a la bautizada por el propio Blair "Princesa del Pueblo", en un funeral de Estado con todos los honores. Una vez más, Isabel sale triunfante, pues recupera la confianza de su pueblo, pero no menos Diana, quien después de muerta precipita la, tan deseada por ella, renovación de la corona.
La película es un duelo interpretativo entre el personaje de Isabel II, reflejado de manera magistral por Helen Mirren y el de Tony Blair, a cargo de un impecable Michael Sheen, ambos defendiendo sus diferentes puntos de vista, aunque en el fondo se intuye que no tan distantes. El agudo retrato psicológico de los personajes, los hermosos paisajes escoceses fotografiados por Alfonso Beato y la acertada plasmación del momento histórico “desde la trastienda” hacen de ésta una muy interesante película.
La Reina fue galardonada con numerosos premios, destacando los recibidos por Helen Mirren: Oscar, Globo de Oro y Premio del Sindicato de Actores en 2006 y Bafta en 2007.
Imagen: IMDb
Trailer: Filmaffinity
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