Marcos Ana es en realidad Fernando Macarro Castillo, luchador por la democracia y poeta. Pasó 22 años en las cárceles franquistas, donde lo habían recluido siendo casi un niño, poco después de finalizar la guerra, con 16 años, por el delito de pertenecer a las Juventudes Socialistas Unificadas y luchar por un mundo socialmente más justo, en una época turbulenta de nuestra historia.
Sufrió torturas, hambre y dos condenas a muerte que felizmente, en su caso, no llegaron a aplicarse. Marcos y Ana son el nombre de su padre y su madre, a los que quiso homenajear en su seudónimo.
El libro es un recorrido autobiográfico por su vida y es, a pesar del horror que retrata, de una gran belleza y una lección de vida. En páginas emocionadas y emocionantes, jalonadas por sus poemas, nos conduce por los recuerdos de su niñez, nacido en una familia muy humilde de una pedanía salmantina; su temprana toma de conciencia política y su militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas de Alcalá de Henares. Está también en él la rememoración del entusiamo y las expectativas de una vida mejor que despertó la proclamación de la II República en 1931, la frustración de tantas esperanzas con la sublevación militar del 18 de julio de 1936 y, por supuesto, la cárcel:
Pero como dice Saramago en el prólogo de esta edición “el yo, aquí, es siempre un nosotros”. Y es este un aspecto básico del libro, para que no traicione a mi juicio su sentido más profundo: recordar a sus compañeros, reconocerlos, ser testimonio imperecedero de su dignidad en el dolor, de una camaradería y un compromiso con las ideas capaz de llenar de sentido y sostener a las personas en las situaciones más extremas. También aparecen en él las otras víctimas, las familias de los presos y los asesinados en época de la dictadura, cuyo futuro quedó truncado por ella.
Fiel a su compromiso con la libertad y con sus compañeros, Marcos Ana entregó su vida, al salir de la cárcel, a conseguir el apoyo internacional para la causa de la amnistía (hay que recordar que los últimos fusilados a consecuencia de condena en juicio sumarísimo en España lo fueron en septiembre de 1975). Sus poemas, ya antes de ser liberado, llegaron a todas partes, fueron traducidos a multitud de idiomas y se convirtieron en un símbolo:
"Yo no soy un poeta cultivado, sólo un hombre que escribió versos, un poeta necesario, cuyos poemas se extendieron por el mundo y se tradujeron hasta al japonés, no por su valor literario sino porque mi voz era la voz de muchos, una voz encarcelada, un testimonio vivo que contribuyó a la defensa y a la libertad de mis hermanos” (pág. 302)
Es un libro de lectura necesaria en una España que se plantea cada día con más fuerza cómo situarse ante su historia reciente y para los jóvenes que conocen, quizá, poco de ella, pero a los que surgirán interrogantes. Por supuesto que no puede ser leído como un investigación histórica, es un libro de memorias, pero de un hombre que sobrevivió a terribles circunstancias sin quedar herido para siempre por el rencor y el resentimiento hacia el ser humano; todo lo contrario, en estas páginas encontramos esperanza, confianza en los hombres y reconciliación con la propia historia, personal y colectiva de nuestro país:
Más información:
- Autobiografía: poema completo.
- Mi corazón es patio: poema completo recitado por el autor.
- Decidme cómo es una árbol: poema que da título al libro, recitado por el autor.
- Ana, M. (2011). Poemas de la prisión y la vida. Barcelona: Umbriel Tabla Rasa
- Ana, M., & Saramago, J. (2010). Decidme cómo es un árbol [memoria de la prisión y la vida] (9ª ed., Testimonios). Madrid: Umbriel Tabla Rasa.
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