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miércoles, 31 de octubre de 2018

Vidas de película (9): Tierras de penumbra (Shadowlands, 1993)

Tierras de penumbra es, quizás, la obra maestra de su director Sir Richard Attenborough, responsable también de otros filmes tan destacados como Gandhi, por el que ganó un Óscar, Chaplin o  la magnífica película bélica Un puente lejano. Relata una parte de la vida del célebre escritor británico Clive Staples Lewis, más conocido entre sus amigos como Jack, cuya obra más popular es la serie de novelas Las crónicas de Narnia.

C.S. Lewis (Belfast, Irlanda del Norte,1898-Oxford, Inglaterra,1963) formaba parte del círculo íntimo de otro gran escritor que cultivaba las historias sobre magia y fantasía, J.R.R. Tolkien (El Señor de los anillos) a quien siempre le unió una fuerte amistad. Lewis era ateo, aunque había sido bautizado y Tolkien influyó bastante en su conversión al cristianismo. De hecho, los sentimientos religiosos, la fe o la misma existencia de Dios son temas muy presentes en toda la obra de Lewis.

Tierras de penumbra está basada en su obra autobiográfica Una pena en observación, que luego fue adaptada al teatro y posteriormente al cine con gran éxito.

En los años cincuenta, Lewis (Anthony Hopkins) es un solterón que vive con su hermano mayor una existencia tranquila y sin sobresaltos, dedicado a las clases que imparte en la Universidad de Oxford, a su actividad como conferenciante y a su labor literaria que ya le ha dado fama mundial. Mantiene correspondencia con muchos admiradores entre los que destaca una poetisa norteamericana divorciada de origen judío, Joy Gresham (Debra Winger) quien decide viajar a Inglaterra con su pequeño hijo Douglas (Joseph Mazzello) para conocerle personalmente. El encuentro les marcará profundamente, iniciándose entre ellos una cálida amistad a pesar de que sus caracteres son muy dispares, pues donde Joy es espontánea y directa como buena americana, Jack resulta por contraste mucho más reservado y cauteloso.

La necesidad de conseguir para Joy la nacionalidad británica les lleva a contraer un matrimonio civil de conveniencia, que en principio mantienen en secreto. Sin embargo, pronto se dan cuenta de que en realidad se aman profundamente y no pueden estar el uno sin el otro. Pero la tragedia va a hacer acto de presencia en medio de este tan apasionado como imprevisto amor otoñal, pues se descubre que Joy padece un agresivo cáncer de huesos. La remisión de la dolencia les permite casarse religiosamente y vivir una temporada feliz, aunque corta, pues de nuevo la enfermedad y por último la muerte se harán presentes en sus existencias. 

La película es un hermoso drama romántico contado con una enorme delicadeza y emotividad, evitando en todo momento caer en la sensiblería o en el sentimentalismo superficial o exagerado. Por el contrario, se narra una historia en la que los personajes se enfrentan a cuestiones de enorme importancia para el ser humano tales como la pérdida de los seres queridos, la fe en la existencia de otra vida después de la muerte y la duda de que el dolor y el sufrimiento en realidad sirvan para hacernos crecer o madurar. Son especialmente protagonistas estas dos últimas; así, Lewis, que cree que “el sufrimiento es el cincel que Dios emplea para perfeccionar al hombre” ve flaquear su fe ante las pruebas que el destino le pone por delante; Joy, que se convierte gracias a Lewis, afirmará por su parte que "El dolor del mañana es parte de la felicidad de ahora. Ese es el trato”, como una forma de reconciliarse con la fatalidad y de afrontar el destino con resignación cristiana.

En un film donde los personajes tienen suma importancia, los actores realizan un trabajo de primerísima categoría; nunca Anthony Hopkins ha expresado mejor una gama de sentimientos tan compleja como la que exhibe en este papel con tan aparente facilidad y Debra Winger no se queda atrás, plantándole cara con desenvoltura y atrevimiento, como su mismo personaje. De hecho, fue nominada al Oscar por este trabajo, una de las distinciones que recibió la película, que sin embargo no fue todo lo apreciada que debiera cuando se estrenó. Tampoco olvidemos la sensibilidad y las emociones que logra transmitir de una manera que sobrecoge Joseph Mazzello en el papel de Douglas, el pequeño hijo de Joy, sobre todo en las escenas finales, en un mano a mano inolvidable con Hopkins.

Destacaremos, por último, que el impresionante decorado en el que se desarrolla la historia es la ciudad de Oxford, con sus festejos, peculiaridades y tradiciones de la vida universitaria que se reflejan de manera magistral, lugar donde Lewis habitó y trabajó hasta su muerte.

ImagenFilmAffinity
Tráiler: YouTube


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