1958 fue un año clave para el actor Paul Newman (Shaker Heights, Ohio, 1925-Westport, Connecticut, 2008) no sólo a nivel profesional, sino incluso personal. Por fin, después de varios intentos fallidos en la gran pantalla, su carrera como actor empezó a despegar a toda velocidad pues ese año rodó dos de los títulos más importantes de su primera etapa:
El largo y cálido verano y
La gata sobre el tejado de zinc (
Cat on a Hot Tin Roof), en los que su talento no sólo fue reconocido por crítica y público, sino que incluso obtuvo el premio al mejor actor en el Festival de Cannes por el primero y fue candidato al Óscar por el segundo. En el ámbito personal, durante el rodaje de
El largo y cálido verano inició una relación sentimental con su partenaire Joanne Woodward, casándose poco después e iniciando así un matrimonio que duraría cincuenta años, hasta la muerte del actor.
Irving Ravetch y Harriet Frank Jr., los guionistas de
El largo y cálido verano, se inspiraron libremente en tres obras de
William Faulkner (1897-1962), uno de los escritores más importantes de la literatura norteamericana y especialmente del sur de los Estados Unidos, premiado con el Nobel y dos veces con el Pulitzer, sobre quien hace poco se publicó una
entrada en este blog. Ravetch y Frank tomaron situaciones y personajes de su novela
El villorrio (
The Hamlet) y de dos relatos cortos
Caballos manchados (
Spotted Horses) y
El incendiario (
Barn Burning), dándoles un enfoque que recordaba más a
Tennessee Williams, otro gran autor y dramaturgo sureño, que al propio Faulkner.
El protagonista de la película es un desarraigado joven de 25 años llamado Ben Quick (Paul Newman), al que su fama de incendiario persigue obligándole a vagabundear sin rumbo por el estado de Misisipi. Expulsado de un pueblo, acusado sin pruebas de incendiar un granero, sus pasos le llevan hasta una carretera, donde, tras hacer autostop es recogido por dos mujeres jóvenes en un descapotable. Casualmente se trata de Clara (Joanne Woodward) y de Eula (Lee Remick), la hija y la nuera del cacique del lugar, Will Warner (Orson Welles). El desparpajo y la autosuficiencia de Ben, amén de su privilegiado físico van a provocar la admiración de la alegre y frívola Eula y el rechazo instintivo de Clara, más distante y desconfiada.
Animado por Eula, Ben busca trabajo en el cercano pueblo, donde todos los negocios son propiedad de la familia Warner, siendo contratado como arrendatario de una granja por Jody (Anthony Franciosa), el esposo de Eula e hijo del cacique Will. Cuando este vuelve del hospital tras una operación y se entera de que su hijo, al que desprecia por débil, ha contratado a un presunto incendiario, su cólera le lleva a enfrentarse con Quick dispuesto a echarle de malas maneras. Sin embargo, cambia de opinión al conocer a Ben quien le hace frente sin achicarse ante sus malas pulgas y su prepotencia, provocando en él algo parecido a la admiración, pues le recuerda a sí mismo en su juventud.
A partir de aquí, el ascenso del joven en el aprecio de Will será meteórico, pues le medio prohíja, hasta el punto de que, por una parte, le pone a competir con Jody, acrecentando la inseguridad y los celos de éste y por otra, acaricia la idea de casarle con su hija Clara. La joven, una maestra de escuela muy válida e independiente, sueña a sus 23 años con casarse con un aristocrático vecino suyo pero no recibe de él más que largas. Tal situación saca de sus casillas a Will, que lo que más desea en este mundo es perpetuar su dinastía y Ben Quick se le antoja el modo de injertar sangre nueva en esas viejas raíces, así que le pagará para que seduzca a Clara y se case con ella. Ben se verá entonces situado en el centro de un huracán de pasiones, pues mientras el resentido Jody intenta deshacerse de él, sus enfrentamientos con Clara demostrarán que se desean tanto como se detestan.
Para rodar la película, Martin Ritt (quien con el tiempo llegó a contar con Newmann hasta en nueve películas) se rodeó sobre todo de actores que habían sido alumnos suyos en el Actor’s Studio y de alguna vieja gloria. El resultado de la mezcla fue un tórrido y osado melodrama sureño de altura, con muy buenas interpretaciones, al que le perjudicó únicamente su precipitado final un tanto complaciente.
En 1985 se estrenó un
remake televisivo del mismo título, más que digno, interpretado en sus principales papeles por Don Johnson, Jason Robards, Judith Ivey y Cybill Shepherd. Guardaba gran fidelidad al guion de la película original con la ventaja de su mayor metraje, lo que posibilitó un desarrollo más amplio de la historia pudiéndose entender mejor las reacciones de los personajes.
Imagen: IMDb
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