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miércoles, 15 de enero de 2020

Profesionales del crimen (7): Todo lo mejor (César Pérez Gellida, 2018)

Si tuviera que describir brevemente esta novela lo haría con solo dos palabras: escalofriantemente trepidante. Lo es. Lo que no es, o a mí no me lo parece, es encasillable en un género de los comunes. La mezcla del espionaje más genuino con el asesinato en serie más cruento y pervertido dan a luz a la criminalidad en estado puro, en carne viva. No es una historia de espías, tampoco de asesinatos por resolver. Es ambas cosas.

Todo lo mejor cruza dos tramas que discurren paralelas. Una en la que el inspector de la Kriminalpolizei Otto Bauer trata de encontrar a un asesino de niños. Unos niños a los que nadie reclama, niños sin nombre y sin vida, cuyos cuerpos revelan haber sufrido una tortuosa muerte. Y la otra, una misión del KGB para destruir la carrera de un político de la cúpula de la RDA que a la Organización no le parece lo suficientemente comunista. La labor será encargada al psicólogo criminalista y secuaz agente, Viktor Lavrov. Los caminos de los dos se encuentran en la antesala del despacho de un ministro.

Todo sucede en el Berlín de los años ochenta (del pasado siglo), en plena Guerra Fría, cuando la ciudad está dividida en dos por un muro que no solo es hormigón. También es la fracción de dos mundos, de dos concepciones de vida, de dos ideologías eternamente enfrentadas. Viktor ayudará a Otto a dar con la clave de su investigación para atrapar al infanticida. Le abrirá puertas imposibles para el inspector, pero privilegiadas para el ruso por su pertenencia al KGB. El inspector solo sabe de Viktor que es psicólogo criminalista, pero no deja de sospechar que tiene que haber algo más, dadas las ayudas invisibles que recibe para el caso. Entre ellos se construye un fuerte vínculo de camaradería del que también forma parte otra agente y además hermana de Otto, Birgit.

El autor de esta novela, César Pérez Gellida, no es un escritor que siempre lo haya querido ser. Según cuenta, parece que su habilidad nació como un bálsamo: para combatir su insomnio inventaba historias. Hasta que llegó el día en que decidió darles forma de libro. Y la cosa salió muy bien. Pronto encontró la senda del éxito. En 2011 decide dejar el mundo del marketing para dedicarse a escribir a tiempo completo. Cambia su Valladolid de cuna por la capital. Y aquí, al calor y el ronroneo de un secador que usa para mantenerse concentrado, es donde escribe su obra. Dice que escribe sin brújula, ni mapa, que deja libertad a los personajes, aunque eso sí, él lleva las riendas. Ya ha acumulado diez novelas y múltiples premios. En 2014, la Sociedad de Criminología y Ciencias Forenses le concedió la medalla de honor. Hay quien le ha calificado ya como el mejor autor español del género negro. En todo caso, es obligado recomendar su lectura. Lo mejor de llegar al final, es que hay una segunda parte y ya está publicada. No hay que esperar.

No dejéis de disfrutar de esta lectura.


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