Hasta hace pocos meses, España llevaba varios años viviendo
un ciclo económico suavemente deflacionario. Es decir, había descensos continuos y generales de los precios, reflejados en el Índice de Precios al Consumo (IPC).
Desde julio de 2014, y con especial intensidad a partir del otoño de ese año, esta deflación se vio alimentada por el
desplome de los precios internacionales del petróleo, a causa de la decisión del cártel OPEP de no reducir la producción de crudo para estabilizar los precios, buscando ventaja competitiva contra las nuevas explotaciones mediante
fracking en Estados Unidos.
El cártel OPEP decide buscar una ventaja competitiva contra las explotaciones mediante fracking en EEUU
La evolución de los precios es muy importante para todos los ciudadanos y. especialmente, para
los jubilados que dependen de sus pensiones, ya que, si éstas no se revalorizan al mismo ritmo que la subida de los precios, se ven
expuestos a una pérdida de poder adquisitivo.
En estos tiempos de crisis, las pensiones de los jubilados se han convertido, para muchas familias, en la única fuente de ingresos estable y segura. En los últimos cinco años,
la pensión media ha experimentado un crecimiento anual moderado, que se ha mantenido superior al IPC, lo cual implica que los jubilados han visto cómo su poder adquisitivo real se incrementaba ligeramente.
En estos tiempos de crisis, las pensiones de los jubilados se han convertido, para muchas familias, en la única fuente de ingresos estable y segura.
No obstante, hay un sector del mercado cuyos precios destacan por una gran volatilidad. Se trata de un sector tan básico como la energía doméstica (la utilizada en el hogar, para iluminación, calefacción y funcionamiento de electrodomésticos).
Según los datos obtenidos del INE,
los precios del gas y la electricidad muestran variaciones mucho más bruscas que el IPC general, lo cual tiene mucha incidencia sobre los presupuestos familiares, ya que ambos son
productos de consumo básicos, de los que no se puede prescindir fácilmente, como sí sucede con otros bienes y servicios contemplados en el cálculo del IPC.
En el siguiente gráfico se pueden observar las tasas de variación interanual de la cuantía de la pensión media, el IPC y los precios del gas y la electricidad.
Este gráfico viene a confirmar que, frente a unas pensiones relativamente estables, con ascensos de entre el 1,7% y el 3%, aproximadamente, los precios del gas y la electricidad sufren fuertes oscilaciones en poco tiempo. Así, en 2012-2013, el
gas se encareció mucho (+10,6% en 2012), para luego mostrar un espectacular desplome.
La electricidad, por su parte, muestra una inestabilidad todavía mayor, con erráticas subidas y bajadas de su precio durante todo el periodo.
Frente a unas pensiones relativamente estables, con ascensos de entre el 1,7% y el 3%, aproximadamente, los precios del gas y la electricidad sufren fuertes oscilaciones en poco tiempo.
Por tanto, en líneas generales, parece que, desde 2014, los pensionistas han visto levemente aumentados sus ingresos en una situación de descensos de precios, por lo que su poder adquisitivo global habría aumentado. La caída en los precios de la energía, en particular, estaría atemperando la difusión de la tristemente conocida pobreza energética.
Sin embargo, esta tendencia parece estar llegando a un punto de inflexión.
Aunque los datos globales anuales de precios para 2016 muestran variaciones negativas, si se analizan más detalladamente, observando las variaciones mensuales dentro de este último año, se puede apreciar que estos números negativos se deben a las fuertes caídas de principios del ejercicio, tendencia heredada de 2015, mientras que,
a partir de la primavera, todos los índices de precios, tanto el IPC general como los sectoriales de gas y electricidad,
inician un notorio repunte que acaba situando las subidas de precios muy por encima de la revalorización de las pensiones.
Estos números negativos se deben a las fuertes caídas de principios del ejercicio, tendencia heredada de 2015
En caso de confirmarse este cambio de ciclo, que devuelve a España a la etapa previa al periodo deflacionario de 2014-2016,
los pensionistas pueden ver gravemente reducidos sus ingresos reales (de los cuales, recordemos, en muchos casos dependen no sólo los propios jubilados, sino también muchos familiares cercanos), pues hasta ahora las caídas de precios han sido lo que les ha evitado sufrir los efectos del estancamiento de sus pensiones.
Real Decreto 746/2016, de 30 de diciembre
La situación puede verse muy agravada por la aplicación en 2017 del Real Decreto 746/2016, de 30 de diciembre, por el cual
la subida de las pensiones será, en todos los casos, del 0,25%, con independencia de la evolución de unos precios que están rebotando con fuerza, especialmente en el mencionado sector eléctrico y gasístico, como se puede apreciar en el presente gráfico:
En conclusión, tras varios años en los que los jubilados han podido vivir con un relativo desahogo económico, lo cual ha conducido a muchos incluso a convertirse en un valioso sostén para sus familiares, la tendencia parece mostrar la cercanía de un periodo en el que perderán la capacidad de adquirir bienes y servicios en el mercado y, en particular, se verán con muchas mayores dificultades para iluminar y calentar sus hogares, con los precios de la electricidad y el gas desbocados.
NOTA: Todos los datos estadísticos empleados en este artículo se han obtenido de la base de datos del Instituto Nacional de Estadística (
INE), cuyo acceso está disponible desde el
listado A/Z de bases de datos.