La explicación de tanto material temático es que la película es una adaptación de la obra teatral homónima escrita por John Patrick Shanley (también director de la adaptación cinematográfica), estrenada en Broadway en 2005. La pieza original arrasó en los Premios Tony del año siguiente y se llevó el Pulitzer. Rápidamente se estrenó en las principales capitales de todo el mundo con mucho éxito.
Estaba claro que a la hora de adaptar La duda a la gran pantalla, era necesario agregarle algo especial a una historia conocida por el gran público. Para eso Miramax Films reunió a dos monstruos de la actuación y a una jovencita talentosa que tiempo después se convertiría en una actriz consagrada. Sin duda, el elenco de la película es el peso fuerte: Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman y Amy Adams. A ellos, se suma la reciente ganadora del Oscar Viola Davis, que con solo una escena se llevó las mejores críticas.
Efectivamente, el trabajo de los actores funciona a la perfección para encauzar la historia que, plagada de misterio e inseguridad, gira en torno a esos personajes tan especiales. Por un lado, encontramos al padre Flynn (Hoffman), un sacerdote jovial que busca ablandar las normas de un colegio del Bronx neoyorquino a mediados de la década del 60. Por el otro, su directora, la hermana Aloysius Beauvier (Streep), se niega a que el conservadurismo que ha caracterizado su gestión se vea cuestionado. Ante la revelación de que el cura está muy cercano al primer estudiante negro del colegio, la hermana Aloysius lo acusa (sin tener pruebas reales) de abuso sexual. La batalla entre ambas partes amenaza con desestabilizar a toda la comunidad que rodea a la parroquia, en un contexto histórico complicado para los Estados Unidos.
La trama juega con los silencios y las incertidumbres de manera inteligente. La primera secuencia resulta elocuente con el resto de la historia: el padre Flynn está dando un sermón en plena misa sobre la crisis de la fe, la importancia de la duda y el escepticismo. Durante su discurso, la hermana Aloysius camina por los corredores obligando a los niños a permanecer atentos. Mientras uno comprende la debilidad de la fe cristiana, la otra se empecina en resguardarla de la manera más estricta.
Las escenas de discusiones entre Streep y Hoffman son para la historia. Tienen el peso justo de la palabra (algo propio del teatro) y el dominio técnico de actores muy versátiles para lo cinematográfico. Por otro lado, las peleas colaboran a fomentar las dudas que se gestan en torno a la acusación. En definitiva, la película ahonda en la batalla entre el bien y el mal que ellos, cada uno a su manera y de forma dual, representan. De hecho, se trata de reflejar que cada ser humano admite ambas cosas en su interior, incluso los religiosos. En una de los tramos finales de la película la hermana Aloysius confiesa: «En la búsqueda del mal, uno se aleja un paso de Dios pero se acerca uno más a su servicio. Por supuesto, hay un precio por ello».
Imagen: Sensacine.com
0 comentarios:
Publicar un comentario