Nuestra última recomendación para este verano es rescatar a un clásico de la literatura española y celebrar así el 400 aniversario de Cervantes.
Esta es la historia de un campesino que persiguió la fama a través del conocimiento. Que viajó por España, Italia y Flandes para ampliar conocimiento y abrir sus miras; que despreció las relaciones sociales y amorosas y que, muy probablemente por un trauma infantil, sufrió de una enfermedad mental de corte esquizofrénico que le hizo creer que su cuerpo era de cristal; este trastorno no era raro en la época, hay documentos donde el médico personal de Su Majestad Carlos VI de Francia afirma que el monarca se veía aquejado de esta misma enfermedad.
Este argumento tan novedoso, que mezcla aventuras y sigue de cerca a un personaje desde su infancia hasta el final de sus días, nos muestra su desarrollo psicológico, nos hace a los lectores curiosos, nos mueve a intentar entender por qué alguien perseguiría la fama mediante el conocimiento y la discreción y acabaría perdiendo la cordura temporalmente, siendo esos los únicos momentos en los que es escuchado por sus vecinos; quizá lo hacen por estar convencidos de que sólo los niños y los locos dicen la verdad.
Cervantes hace del protagonista de su novela alguien muy parecido al famoso hidalgo, loco que enuncia argumentos sorprendentemente cuerdos y que aprovecha su locura para criticar irónicamente tanto cuanto ve. Loco inofensivo que se aquejaba de una enfermedad relativamente común en su tiempo, una patología que hacía al enfermo temer por su integridad física rechazando todo contacto humano por riesgo a quebrase, seguramente reflejo de un miedo o incapacidad de relacionarse socialmente.
Por último, insistimos que cualquier lector disfrutaría con esta historia, con esas construcciones de un castellano en transición, con la variada cronotopia y los cambios continuos de nombre del protagonista que tienen tantas reminiscencias del propio Quijote y de las novelas de aventuras y caballerías, y que encierran siempre un profundo significado.
Aquí tienes el enlace a las ediciones de la obra que hay en las bibliotecas UAM.
Ahora llega vuestro turno: ¡feliz verano de lecturas a todos!
Este argumento tan novedoso, que mezcla aventuras y sigue de cerca a un personaje desde su infancia hasta el final de sus días, nos muestra su desarrollo psicológico, nos hace a los lectores curiosos, nos mueve a intentar entender por qué alguien perseguiría la fama mediante el conocimiento y la discreción y acabaría perdiendo la cordura temporalmente, siendo esos los únicos momentos en los que es escuchado por sus vecinos; quizá lo hacen por estar convencidos de que sólo los niños y los locos dicen la verdad.
Cervantes hace del protagonista de su novela alguien muy parecido al famoso hidalgo, loco que enuncia argumentos sorprendentemente cuerdos y que aprovecha su locura para criticar irónicamente tanto cuanto ve. Loco inofensivo que se aquejaba de una enfermedad relativamente común en su tiempo, una patología que hacía al enfermo temer por su integridad física rechazando todo contacto humano por riesgo a quebrase, seguramente reflejo de un miedo o incapacidad de relacionarse socialmente.
Por último, insistimos que cualquier lector disfrutaría con esta historia, con esas construcciones de un castellano en transición, con la variada cronotopia y los cambios continuos de nombre del protagonista que tienen tantas reminiscencias del propio Quijote y de las novelas de aventuras y caballerías, y que encierran siempre un profundo significado.
Aquí tienes el enlace a las ediciones de la obra que hay en las bibliotecas UAM.
Ahora llega vuestro turno: ¡feliz verano de lecturas a todos!
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