Desde la creación en 1969 de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, su Departamento de Anatomía, Histología y Neurociencia (entonces de Morfología) bajo la dirección del Profesor Fernando Reinoso-Suárez, puso en marcha el Programa de Donantes de Cuerpo para la Enseñanza e Investigación Médica. A lo largo de más de 40 años, este Programa ha recibido miles de donaciones y haciendo así posible la formación a nivel de excelencia en Anatomía Humana de unos 10.000 estudiantes de Medicina que hoy trabajan como profesionales en toda España y en otros países.
La donación de cuerpo para la enseñanza e investigación en la Facultad de Medicina de la UAM es un acto sencillo, que tiene una enorme trascendencia social y sanitaria. Gracias a ello, miles de estudiantes de Medicina pueden adquirir un conocimiento completo y exacto de la estructura del cuerpo humano y de su variabilidad, poniendo así las bases para dominar el razonamiento fisiopatológico, la semiología clínica, el diagnóstico por imagen y la práctica quirúrgica. Así mismo, cientos de médicos y cirujanos en ejercicio, pueden practicar sin ningún riesgo nuevas técnicas quirúrgicas o de instrumentación clínica.
Durante siglos, los pioneros tuvieron que trabajar en invierno con cuerpos frescos, para que el frío ralentizase el proceso de descomposición. Esas condiciones, añadidas a que muchos de aquellos trabajos tuvieron que realizarse en la clandestinidad, pueden explicar, según Francisco Clascá, catedrático de Anatomía Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, muchos errores en la descripción del cuerpo humano en los tratados de anatomía clásica.
A partir del siglo XIX, la llegada del formol mejoró la conservación. Esta sustancia se inyecta en los cadáveres y forma enlaces químicos muy fuertes deteniendo los procesos de autodestrucción celular y la actividad de las bacterias que nos pudren tras la muerte. También se puede trocear el cuerpo y congelar. Otra opción, más sofisticada, pero también más cara, es la que está empleando Clascá y su equipo en la UAM, desarrollada por Walter Thiel, inyectando en los cuerpos una mezcla de sales, ácido bórico, antiséptico, etilenglicol, anticongelante y una pequeña cantidad de formaldehído, que detiene la putrefacción, esteriliza el cuerpo y lo mantiene flexible, con un aspecto de los órganos mucho más parecido al de un paciente vivo. Así se eliminan los riesgos biológicos y se puede aprovechar al máximo las distintas partes del cuerpo que, una vez tratadas, están listas para ponerse en manos de los médicos que realizan los cursos impartidos en la Universidad.
“Realizar bien esta técnica requiere mucho aprendizaje y una inversión importante, pero después merece la pena”, apunta Clascá. En España, solo la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universidad Miguel Hernández de Elche aplican esta técnica.
En la Biblioteca de Medicina disponemos de abundante material sobre anatomía humana y el libro de Anatomía seccional, de Francisco Clascá Cabré, dentro de la bibliografía recomendada.
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