En 1999, en el Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), el británico Kevin Ashton propuso un concepto novedoso del que cada vez se habla más y que se ha convertido en una de las tendencias de negocio más innovadoras: Internet of Things (IoT en adelante).
El IoT consiste en la interconexión digital de objetos cotidianos (electrodomésticos del hogar u otros objetos como alarmas, semáforos, coches, alumbrado, etc); el objetivo es conectar la máxima cantidad de objetos entre sí y con nosotros. El IoT se utiliza para recoger datos de forma automática, esos datos viajan a un centro de procesamiento para que se tomen las decisiones a tiempo real y sin necesidad de intervención humana. Todo este proceso nos hace la vida más fácil. Algunos de los logros conseguidos gracias a la implementación de esta tecnología son los siguientes:
- En la ciudad: mejoras en los sistemas de planificación logísticos que reducen residuos, coches inteligentes que pueden aparcar cuando el conductor haya abandonado el vehículo en determinadas áreas inteligentes de la ciudad o sensores que pueden detectar la polución medioambiental.
- En el hogar: una estación meteorológica que envíe la información a los aparatos de climatización y persianas, de modo que estas se cierren si la habitación detecta una temperatura que implique un calor elevado.
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