Branagh es un experto conocedor del Bardo, al que ha llevado al cine varias veces siempre con enfoques novedosos y rompedores. En esta ocasión nos presenta una audaz interpretación de esta clásica comedia, ya que mezcla sin rubor los versos llenos de ironía y juegos de palabras de Shakespeare con un trasfondo al estilo de los musicales hollywoodenses de los años treinta, acercándola de esta forma al gran público. La acción está salpicada de números musicales interpretados por todos los personajes, que se desenvuelven sin problemas al son de la música de Cole Porter, George Gershwin, Jerome Kern e Irving Berlin, obsequiándonos con deliciosas versiones de números tan famosos como Cheek To Cheek o There's No Business Like Showbusiness.
Shakespeare situó la acción de Trabajos de amor perdidos en el Reino de Navarra, enfrentado al Reino de Francia por la posesión de la Aquitania. Por su parte, Branagh, por medio de un nodo en blanco y negro nos sitúa en un ambiente prebélico, mientras, en contraposición, el Rey de Navarra decide junto con tres de sus leales cortesanos (Berowne, Longaville y Dumaine), retirarse durante tres años para llevar una vida monacal en la que no serán admitidas las mujeres para evitar distracciones, aspirando a alimentar el espíritu con el estudio y la práctica de la filosofía.
Tan loable empresa chocará pronto con múltiples problemas que la pondrán en riesgo, sobre todo cuando descubren que una embajada diplomática encabezada por la Princesa de Francia, sus damas y consejeros, viaja hacia el reino con la intención de negociar directamente con el Rey de Navarra la cuestión territorial. Por supuesto, Cupido empieza a hacer de las suyas, los enredos se multiplican y la voluntad de los caballeros aspirantes a ermitaños irá debilitándose progresivamente.
Deliciosa comedia musical que se ve con agrado, tanto por las excelentes interpretaciones encabezadas por el propio Kenneth Branagh como por los números musicales y la mágica ambientación.
Imagen: IMDb
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