Ahora podemos acceder, al fin, a su obra completa gracias al trabajo de la editorial sevillana Ulises, que ha publicado una edición ciudada con prólogo y notas del Dr. Pablo Rocca. Se trata de poesía, prosa y reseñas que Ferreiro fue publicando, ya en formato libro, ya en revistas, entre las décadas del 20 y el 40.
Alfredo Mario Ferreiro es aún considerado el autor más vanguardista de las letras uruguayas, con poemas que se mueven entre el humor, la ironía, las fascinación por la tecnología y las emociones de la vida cotidiana.
El primer libro que publicó es el que da título a esta compilación: El hombre que se comió un autobús (Poemas con olor a nafta), de 1927, estructurado en cinco partes: Radiador, Diferencial, Carburador, Rueda de auxilio, Caja de herramientas, "más algunos poemas colgados de la plataforma y un poema inocente que se quedó a pie", como anota el propio autor al comienzo del poemario.
Le siguió Se ruega no dar la mano (Poemas profilácticos a base de imágenes esmeriladas), de 1930, que se inicia con la siguiente línea: "Por suerte, se han acabado los versos. ¡No hay más, señores! Los poetas de ahora hacen poemas". Como lo indica la aclaración introductoria, hay en el libro un deseo por experimentar con nuevas formas poéticas que rechazan la métrica rimada del Modernismo decadente, y que trabajan el soneto de forma paródica, en una sección titulada "Los sonetos son... etos".
Se suma luego una sección de Poesía Dispersa, otra de Prosa de ficción y una última de Notas y Reseñas. Efectivamente se trata de la obra completa de Ferreiro y aun para aquellos que ya lo conocíamos, es esta una oportunidad de descubrir textos olvidados que fueron recogidos minuciosamente de revistas y periódicos tanto uruguayos como argentinos.
De esta forma, el lector explora las múltiples facetas de un poeta camaleónico, inteligente y atrevido, que se animó a jugar con el lenguaje y la mentada "función poética" sin tapujos ni prejuicios. Un autor que logró, incluso, ir más allá de la poesía, que pudo también ser un gran lector, un aficionado a los incipientes medios de comunicación, un jugador con las imágenes y un amante de las máquinas. Pero sobretodo, un extraño en su tiempo, un atrevido que supo adelantarse a su tiempo. Ahora entendemos por qué Ferreiro fue tan poco leído en vida y por qué lo es ahora: él nos estaba hablando de esta época, no de aquella.
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