“Eliminados los otros factores, lo que queda, por improbable que sea, tiene que ser la verdad” (Sherlock Holmes en “El signo de los cuatro”).
Si a cualquiera de nosotros le propusieran adivinar el nombre de un famoso detective inglés de la época victoriana, que resuelve crímenes por medio de un método deductivo basado en la observación, fuma en pipa, suele llevar gorra de cazador y utiliza la muletilla “elemental, querido Watson”, nos faltaría tiempo para contestar “Sherlock Holmes”. Sin embargo, cuando su autor, el escocés Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) creó en 1885 a su personaje, no le dotó de todas estas características que hoy en día asociamos con él, sino que algunas son fruto de las adaptaciones e interpretaciones que, con el paso del tiempo, se han hecho del famoso detective especialmente las cinematográficas.
Doyle era médico de profesión, estudió en la Universidad de Edimburgo y se cree que su profesor Joseph Bell le inspiró para crear el personaje de Holmes, un detective que seguiría el camino iniciado por el inspector Dupin de Edgard Allan Poe, pero dándole mucho mayor entidad y desarrollando sus habilidades deductivas e intelectuales hasta convertirle en un icono de la literatura popular y el referente para todos los que han ido llegando después.
Las ambiciones de Conan Doyle en el campo literario iban más por el camino de los ensayos y las novelas históricas, pero fue Sherlock Holmes quien le dio la fama, a pesar de que despreciaba, por parecerle una literatura poco seria, las cuatro novelas y los numerosos relatos cortos que escribió sobre él. Tanto lo aborrecía que decidió matarlo en una de sus novelas (El problema final), pero la presión ejercida por los fans del detective (incluida la propia madre de Doyle) le llevaron a darse por vencido y resucitarlo un tiempo después.
Sherlock Holmes empezó a publicarse por entregas en una revista, The Strand Magazine, como era usual en su época y con el correr del tiempo ha sido objeto de toda clase de adaptaciones para el cine y la televisión y de numerosas secuelas, estudios, ensayos y adaptaciones de todos los pelajes. Su fama empezó a crecer desde que salió a la luz su primera aventura: “Estudio en escarlata” y pronto sus seguidores empezaron a mezclar realidad y fantasía, llegando a convencerse de que existía de verdad y vivía en el 221B de Baker Street, donde hoy día está situado su museo, aunque en su época la calle terminaba antes de llegar a este número.
Sherlock Holmes y su secuela Sherlock Holmes, juego de sombras son dos de las más recientes adaptaciones para el cine de este personaje. Lejos de la iconografía más clásica (véanse las películas interpretadas por Basil Rathbone, Peter Cushing o Jeremy Brett) el director Guy Ritchie, como suele hacer, le da una vuelta al mito y lo moldea a su gusto. Partiendo de las aventuras canónicas, por un lado, pero también del cómic creado por Lionel Wigram, y haciendo desfilar a casi todo el universo holmesiano por la pantalla, nos ofrece un ameno y dinámico espectáculo en el que no faltan las escenas de acción trepidante, con contundentes peleas resaltadas por medio del slow motion, pero también con abundancia del sentido del humor más gamberro.
Sherlock Holmes (Robert Downey, Jr.) es presentado como un excéntrico de inteligencia privilegiada, maestro de los disfraces y excelente boxeador, consumidor habitual de las sustancias más estrafalarias. Un misántropo que se aferra a su amistad con el doctor Watson como a un clavo ardiendo. Este (Jude Law) le da la réplica armado de muy considerables dosis de paciencia (quizá debería llamarse Job en vez de John) pues le consiente casi todo: que experimente con su perro, intente boicotearle su boda, le vuelva loco con sus ocurrencias y, en resumen, que abuse de su buena fe y su amistad, enredándole en sus peligrosas aventuras.
En Sherlock Holmes y su secuela esta pareja de colegas debe enfrentarse con dos criminales de categoría expertos en malas artes que aspiran a dominar el mundo, Lord Blackwood (Mark Strong) y el Dr. Moriarty (Jared Harris). Les acompañan en estas aventuras Mycroft (Stephen Fry) como el hermano mayor de Holmes y aunque parezca imposible, más inteligente e incluso más extravagante que él, Irene Adler (Rachel McAdams) el supuesto único amor de Holmes, el torpe inspector de Scotland Yard Lestrade (Eddie Marsan) y otros personajes procedentes del mundo literario creado por Conan Doyle.
Las dos películas obtuvieron en su estreno el favor del público y la crítica, sobre todo la primera. Robert Downey, Jr. obtuvo un Globo de Oro por su excelente interpretación de Sherlock, a cuya imagen clásica no se parece en absoluto, lo mismo que el Watson de Jude Law. Sin embargo, la química entre ellos es magnífica y el resultado de este mano a mano en pantalla resulta genial. La interpretación de los secundarios, la estupenda banda sonora y la magnífica recreación del Londres victoriano, son otros alicientes a tener en cuenta para decidirse a disfrutar de ambas cintas pues la diversión está más que asegurada.
Imagen: Pinterest
Tráiler: YouTube
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