En esta historia, ambientada en el lado oeste de Nueva York y en pleno siglo XX, dos bandas callejeras luchan por conseguir la supremacía de la zona. Por un lado están los sharks, grupo de puertorriqueños, y por el otro, los jets, de ascendencia irlandesa. María (Natalie Wood), es la hermana del jefe shark pero se enamora locamente de Tony (Richard Beymer), un ex miembro de los jets.
A partir de ese conflicto inicial se desencadena el resto de la trama que vira sobre el ya conocido drama de Shakespeare, alternando canciones pegadizas y coreografías audaces. Si bien hay variantes con el desenlace trágico de la obra original, las bandas acaban solucionando sus disputas con la separación de los enamorados.
La película es un canto a la juventud desenfrenada y rebelde que marcaría el tono de esa década de Beatles, Rolling Stones, Pop Art y Mayo Francés. Toma ese elemento de la obra original y lo expande, llevándolo más allá de un simple dato informativo para devenir el verdadero leit motiv de la historia.
A eso se suma la originalidad de los bailes para expresar el dramatismo de las escenas y la música de Bernstein, una de las más complejas bandas sonoras para musicales de la historia. Allí se alternan varios ritmos (jazz, merengue, rumba, rock) que atraviesan el repertorio de las quince canciones y cuya ejecución requirió la participación de treinta músicos: la orquesta más numerosa para un musical hasta ese momento.
Por si todo esto fuera poco, el film trata temas que hoy, casi sesenta años depués, están en plena discusión. Uno de ellos, por ejemplo, es la emigración a tierras estadounidenses, a través del cual se contraponen las dos visiones de las pandillas: por un lado, la de los latinos, por el otro, la de los europeos pobres. De esa manera, Nueva York se muestra como un escenario cosmopolita que se vuelve inhóspito y peligros, donde cada individuo desarrolla una lucha propia para poder sobrevivir.
Toda esa vigencia y esa actualidad jugaron a su favor. El tratamiento de asuntos en boga por aquellos años, la modernidad de la música y la fotografía y la trágica historia de amor la consolidaron rápidamente.
Eso explica el éxito que tuvo: arrasó con los premios Oscar del año siguiente (obtuvo diez estautillas), con los Globos de Oro y con varios galardones europeos. Tenía detrás la sombra de Shakespeare, el amparo de su director (el consagrado Robert Wise) y de la Metro Goldwyn Mayer, una de las grandes. A esa crítica favorable, acompañó el éxito de público.
Con los años, West Side Story se convirtió en una película de culto, como suele ocurrir con los musicales. No tenía otra opción.
Imagen: IMDb
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