Antes de llegar a este mágico momento en que Carter entrevió las maravillas de los faraones tuvo que pasar por muchas vicisitudes y contratiempos. Pisó Egipto por primera vez con 17 años; hijo de un pintor de cierta fama, heredó de éste su habilidad para el dibujo, lo que le llevó a trabajar para el arqueólogo Flinders Petrie, que necesitaba artistas que registraran con fidelidad los hallazgos extraídos de las tumbas. Partícipe en diversas excavaciones, aprendió árabe y empezó a desenvolverse en el mundillo. Se ganó la confianza de Gaston Maspero, Jefe del Servicio de Antigüedades egipcias gracias a su buen hacer y empezó un meteórico ascenso, pues a los 27 años consiguió ser nombrado Inspector Jefe de Antigüedades del Alto Egipto primero y luego del Bajo Egipto, lo que le permitió recorrer el Nilo de arriba a abajo visitando y controlando las diferentes excavaciones. Sin embargo, un desafortunado incidente con unos turistas franceses borrachos que deriva en encontronazo diplomático da al traste con su carrera, lo que le llevó a tomar la decisión de dimitir de su cargo y durante tres años malvivirá en el ostracismo.
Su encuentro con George Herbert, quinto conde de Carnarvon, propietario de la famosa mansión de Highclare que andando el tiempo servirá de escenario para la serie "Dawnton Abbey”, fue providencial, ya que Carnarvon era un aristócrata rico y con mala salud, lo que le llevaba a pasar largas temporadas en Egipto y, lo más importante para Carter, estaba interesado en hallar tesoros arqueológicos y buscaba un experto que dirigiera las campañas de excavación que pensaba financiar.
Ambos soñaban con descubrir la tumba intacta de un faraón, algo en principio fuera de lugar pues el Valle de los Reyes había sido ya en teoría muy explotado y se creía que no guardaba sorpresas. Sin embargo, en 1917, terminada la Gran Guerra, pareció llegar la oportunidad que esperaban y Carter abordó su gran empresa: encontrar la tumba del entonces prácticamente desconocido Tutankamón, un rey menor que permaneció en el trono apenas de los 9 a los 18 o 19 años, hijo del faraón hereje Akenaton y responsable de devolver a Egipto a la ortodoxia religiosa después de la turbulenta etapa monoteísta. Tras cinco años de búsqueda infructuosa y cuando estaban a punto de tirar la toalla, el 4 de noviembre de 1922 y por casualidad descubrieron un escalón tallado en la roca. Tuvieron que excavar hasta dieciséis para llegar ante la puerta marcada con los sellos del faraón niño Tutankamon, quien a partir de aquél momento se convertiría en el más mediático de la arqueología gracias al descubrimiento de Carter, quien a su vez conseguiría la gloria y una inmensa fama que no siempre le fue favorable.
Todo este proceso lo relata la miniserie británica de cuatro capítulos Tutankamón, dirigida por Peter Webber, que, aunque a veces fantasee un poco sobre la vida de Carter, no deja de ofrecer un relato verosímil y apasionado de una de las aventuras más magníficas jamás contadas. Además, refleja acertadamente el carácter áspero y obstinado de Howard Carter, interpretado por Max Irons, muy bien secundado por Sam Neill como Lord Carnarvon y Amy Wren como la hija de éste, Lady Evelyn; así como las a veces complicadas relaciones entre los arqueólogos y con las autoridades egipcias que empezaban a tomar conciencia del interés de los hallazgos para la historia y el patrimonio cultural de su país.
"...Pueda tu espíritu vivir, durar millones años, tú que amas Tebas, sentado con la cara al viento del norte, los ojos llenos de felicidad...”
Oración procedente de la copa de alabastro de Tutankamon, epitafio de Howard Carter (9 de mayo de 1874-2 de marzo de 1939).
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