Se hizo famoso sobre todo por dos de sus novelas, La mujer de blanco y La piedra lunar, ambas obras maestras del suspense, siendo Collins precursor de tantos autores que han contribuido a mantener vivo este género literario, uno de los más apreciados por los lectores incluso en la actualidad.
Fue un novelista ameno e innovador, creador de hábiles y melodramáticos argumentos muy bien desarrollados, en los que la intriga mantiene en vilo al lector hasta la última página mediante un estilo ágil, un suspense hábilmente dosificado y unos personajes psicológicamente siempre bien construidos. Sustituyó al narrador único y omnisciente de las novelas victorianas por un relato a varias voces, donde la historia la van desgranando los personajes sucesivamente formando un puzzle que va llevando al lector hasta el, generalmente, sorpresivo final.
Se le considera también un adelantado a su época en la defensa de los derechos humanos en general y especialmente de los de la mujer, como puede apreciarse en La mujer de blanco, novela en la que las protagonistas son las féminas, aunque enfrentadas a unos caracteres masculinos no carentes precisamente de fuerza. Basada en un hecho real, Collins nos cuenta aquí la historia de dos jóvenes hermanas de madre, Marian Halcombe, de carácter tan atractivo como fuerte y vivaz, demasiado "masculina" quizá para los gustos de la época y de fortuna escasa y Laura Fairlie, la bella y dulce heredera del importante legado de su padre, más cercana al ideal femenino de los victorianos. Ambas se quieren con locura y las diferencias de sus caracteres las acercan en vez de alejarlas.
Laura está comprometida con Sir Percival Glyde, un noble mayor que ella, conforme a la promesa que le hizo a su progenitor en el lecho de muerte y que ella nunca se ha cuestionado romper. Sin embargo, todo cambia cuando irrumpe en las vidas de las dos hermanas un joven artista, Walter Hartright, al que su tío y tutor Frederic Fairlie contrata para que les dé clases de dibujo en su mansión de Limmeridge (Cumberland). Este joven tiene un extraño y fortuito encuentro nocturno con una mujer vestida de blanco que, con gran incoherencia y agitación, le habla de un peligro que la amenaza; Walter, de hecho, tiene ocasión de comprobar que la persiguen por haber escapado de un manicomio. Cuando, más tarde, el joven profesor conoce a Laura Fairlie, queda conmocionado al apreciar el enorme parecido entre esta y la mujer de blanco. Al parecer, existe cierta conexión familiar, ignorada hasta ahora por las dos hermanas, que despertará la curiosidad de los tres, sobre todo cuando comprueban que la mujer de blanco intenta poner en guardia a Laura contra su prometido, al que teme tanto como odia.
Mientras, Laura y Walter se enamoran apasionadamente aún siendo conscientes de lo mucho que les separa, tanto la clase social como el compromiso al que está atada Laura. De repente, la joven es requerida por su prometido para casarse en el menor plazo de tiempo posible. La angustia de Laura ante este giro de los acontecimientos se verá multiplicada al conocer a Glyde, pues no solo le desagrada hasta lo más hondo sino que, además, recibe una carta de la dama de blanco advirtiéndole de la terrible desgracia que la acecha si sigue adelante con el matrimonio.
Viéndose incapaz de romper el compromiso, pero comprendiendo al mismo tiempo que el arruinado Sir Percival la quiere únicamente por su fortuna, Laura contrae matrimonio y se traslada a vivir a la casa de su flamante esposo. Allí les reciben unos inesperados parientes: una tía suya que fue desheradada por su padre al casarse y su marido, el conde Fosco, un italiano tan peculiar como imprevisible. Sólo la presencia de su hermana Marian y la esperanza de conocer el secreto de Glyde por medio de la dama de blanco consiguen dar fuerzas a Laura, que ve cómo su matrimonio se convierte en la peor de las cárceles e incluso en una amenaza para su vida.
La mujer de blanco (The Woman in White) ha sido adaptada varias veces a la pequeña pantalla. La versión más reciente es una producción de la BBC en cinco capítulos filmada en el norte de Irlanda, tan cuidada como suele ser habitual en esta cadena, con hermosos paisajes, bellas mansiones antiguas, espléndida ambientación, vestuario y atención por el detalle.
Las interpretaciones mantienen un buen nivel, destacando Ricardo Scamarcio en el papel del tan siniestro como refinado conde Fosco, retratado aquí con un aspecto mucho más atractivo que en la novela para dar énfasis a su relación con Marian. Ésta se plasma como una atracción oscuramente apasionada en vez de una admiración entre amorosa e intelectual como en el original literario. Wilkie Collins siempre proclamó su querencia por este carismático personaje, al que consideraba un maestro de la perversidad. En cuanto a Sir Percival (Dugray Scott), es la viva imagen del noble disoluto, egoísta y brutal, acostumbrado a hacer y deshacer en la vida de los demás, no reparando en abusos con tal de ejercer su santa voluntad. A ambos de opone la nobleza de carácter y la valentía de Walter Hartright (Ben Hardy), quien luchará contra viento y marea para salvar a su amada Laura de la trama criminal que han urdido contra ella sus enemigos.
También destaca el personaje del tío paterno de Laura, Frederic Fairlie, tan pintoresco como malvado en su egoísmo y que representa con acierto el veterano actor Charles Dance, uno más en su amplia galería de retratos de villanos.
Los caracteres femeninos están interpretados por Olivia Vinall (en el doble papel de Laura y la dama de blanco) y Jessie Buckley (Marian Halcombe). Esta última destaca en su personaje de la abnegada hermana mayor que, con su fuerza y determinación, ayuda a Walter a enfrentarse al desalmado Sir Percival y al temible conde Fosco sin dejarse abatir por la adversidad. Un ejemplo de los que resisten al abuso de los poderosos por amor a la justicia y para salvaguardar su dignidad.
Imagen: IMDb
Tráiler: YouTube
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