Conocemos aproximadamente 1.200.000 especies. Resulta difícil calcular cuantas nos quedan por descubrir, aunque existen estimaciones que llegan a los 100 millones. ¿Merece la pena dedicar tiempo y recursos para conservar las que están en peligro o para descubrir las desconocidas?, ¿para qué sirve este esfuerzo?
Principio ético
La probabilidad de la vida es ínfima. De momento sólo se conoce en este extraño y recóndito rincón del universo. La probabilidad de existir es infinitamente más baja que la de no existir y cada forma de vida responde a una irrepetible suma de improbabilidades que se han ido sumando a lo largo de centenares de millones de años. Por tanto, existir es un milagro cósmico.
¿Por qué salvar una especie? Sólo por eso, porque existe.
Principio estético
Se dice que "la vida es bella". La naturaleza es la fuente primaria de toda belleza. Todo lo vivo es bello y cualquier pedazo de biodiversidad contiene belleza.
¿Por qué salvar una especie? Sólo por eso, porque forma parte de la belleza.
Principio científico
Cada especie es un enigma; un genoma único modelado por millones de años de evolución.
¿Por qué salvar una especie? Simplemente para salvar el enigma. Cada especie encierra las respuestas a un montón de preguntas.
Principio del conocimiento
Una especie desconocida puede ser la respuesta a alguna pregunta que quizá aún no conocemos o la solución a un problema que todavía no esperamos.
¿Por qué debemos dedicar esfuerzo a conocer las especies antes de que se extingan? Sólo porque es mejor conocer las cosas que desconocerlas. El instinto ancestral de adquirir conocimiento ha permitido el avance de la civilización humana. Además, la capacidad para comprender el mundo depende del conocimiento acumulado. Muchas formas de conocimiento renuncian a su utilidad o a su potencial aplicador inmediato, pero son imprescindibles a la larga. "Jamás se descubriría nada si nos considerásemos satisfechos con las cosas descubiertas" (Séneca)
Principio de la complementariedad
Las especies no son entes aislados, sino las piezas del entramado de la vida. Si no tenemos especies no tenemos fábrica de la vida, pues son sus componentes básicos.
¿Por qué salvar una especie? Porque la suma sinérgica de las especies es la que sostiene los ciclos de la vida. De cada especie dependen otras muchas y, a su vez, cada una depende de otras tantas. La conservación de cada tuerca y de cada engranaje es la primera preocupación de un buen mecánico.
Principio de la precaución
Si la evolución de la vida ha logrado transitar desde una sopa bacteriana hasta raros individuos capaces de interrogarse sobre la utilidad de lo que hacemos, es precisamente por tener capacidad para retener lo superfluo, lo inútil o lo que de momento no sirve para nada.
¿Por qué conservar una especie? Porque no vaya a ser que nos equivoquemos al considerarla inútil (y ya nos hemos equivocado demasiadas veces).
Principio económico (para los escépticos de los principios ético, estético, científico, del conocimiento, de la complementariedad o de la precaución)
Toda la comida, la tercera parte de los medicamentos y buena parte de los materiales que usamos procede de especies que son o han sido silvestres en algún momento. La biodiversidad está en la base de todos los servicios aportados por los ecosistemas a la humanidad.
¿Por qué salvar una especie? Sólo por eso, porque son posibles recursos y posibles soluciones a posibles problemas.
Más información en
2010 Año Internacional de la Diversidad Biológica
2010 Año Internacional de la Diversidad Biológica en la Biblioteca
Biodiversidad 2010
Fundación Biodiversidad
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