“Viento del Este y niebla gris anuncian que viene lo que ha de venir...
No me imagino lo que va a suceder, más lo que ahora pase ya pasó otra vez...”
Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964) fue el culmen, cinematográficamente hablando, de la productora Disney ya que consiguió 13 nominaciones a los Óscar, entre ellas el de mejor película, premio que perdió por culpa de My Fair Lady; sin embargo, ganó el de mejor actriz para Julie Andrews (en detrimento de Audrey Hepburn, como ya explicamos en otra entrada anterior), el de mejor banda sonora y el de mejor canción por Chim, chim cheree.
Walt Disney era un ilustrador que había conseguido a base de mucho trabajo y olfato convertirse en un magnate del espectáculo, gracias sobre todo a su creación del ratón más famoso del cine, Mickey Mouse. A sus hijas les encantaba el personaje de Mary Poppins y le habían pedido que hiciera una película sobre él.
Los libros de Mary Poppins están basados en los recuerdos familiares de su autora, Pamela Lyndon Travers (seudónimo de Helen Lyndon Goff). Disney sólo pudo hacerse con los derechos del primer libro (de los ocho que publicó) pues Pamela no quiso volver a trabajar con él, descontenta con el resultado final de la película. Las negociaciones empezaron en 1938 y Disney tardó más de 20 años en convencer a Travers para que le cediera los derechos.
Pamela recelaba, le parecía muy edulcorado el estilo Disney pues creía que ablandaba a su personaje una niñera con poderes mágicos, marisabidilla y bastante seca, que visitaba a una familia acomodada pero disfuncional. Además, no le gustaban las películas de dibujos animados, le parecían infantiles y no veía a sus personajes en una adaptación de este estilo. De hecho, Mary Poppins fue la primera película de Disney con personajes reales. Travers, que contra todo pronóstico, pues Disney nunca había colaborado con ningún autor, consiguió estar presente en todo el proceso de adaptación, exigió que no se introdujera ninguna secuencia con dibujos animados, aunque no pudo impedir finalmente que se rodaran algunas, como la de Dick Van Dyke bailando con unos pingüinos.
Al encuentro de Mr. Banks nos relata cómo se desarrolló esa colaboración forzosa entre la autora de Mary Poppins y Walt Disney y de qué trabajosa manera se consiguió encauzar hasta dar lugar a una película mítica dentro del género musical infantil y que recientemente ha dado lugar a una secuela (El regreso de Mary Poppins, Rob Marshall, 2018) aunque sin tanto éxito como el original.
En la película, P. L. Travers (Emma Thompson) es descrita como una persona difícil, complicada de manejar, que se pasa el tiempo poniendo trabas a todas las sugerencias que le hace el personal de Disney (incluido el propio Walt) para sacar adelante Mary Poppins. La desconfianza de Travers llega al extremo de pedir que se graben todas las sesiones en las que el equipo (encabezado por ella misma) revisa el guion punto por punto para que queden claras sus exigencias. Mientras, Walt Disney (Tom Hanks), no escatimará esfuerzos para conseguir contentarla, aunque, eso sí, después de todo y contra la voluntad de Pamela será él quien tendrá la última palabra sobre el resultado final.
Es interesante comprobar cómo Disney y Travers eran dos personas de fuerte temperamento, acostumbradas a salirse siempre con la suya, convirtiendo su relación en un choque de egos constante.
Así, vemos cómo Disney va de asombro en asombro, pues no comprende por qué la excéntrica Travers no se relaja y disfruta del “maravilloso universo Disney”, el “reino de la fantasía” que le muestra personalmente. Al mismo tiempo, a base de flashbacks se nos muestran momentos de la infancia de Pamela, hija de una madre con poco carácter y tendencias suicidas procedente de una buena familia y de un padre (Travers Goff, fundamental en su vida), alcoholizado y soñador, de profesión banquero, a quien su enfermedad acaba degradando.
Mr. Banks, el padre de familia de Mary Poppins, es también un banquero insatisfecho con su vida, exigente y gruñón, que nunca tiene tiempo para sus hijos. Cuando le despiden de su trabajo acaba comprendiendo que lo más importante son los suyos. El personaje está claramente inspirado en Travers Goff y el de Mary Poppins en su tía materna, de carácter firme e ideas claras, capaz, según ella misma afirmaba, “de arreglarlo todo”. En realidad, Mary Poppins acude a casa de los Banks no para ayudar a los niños, sino al padre, que es quien realmente lo necesita.
Sólo cuando Disney conozca de verdad a la persona, es decir, la Helen Lyndon Goff que subyace bajo la máscara de P. L. Travers, que amaba tanto a su progenitor que adoptó su nombre de pila como seudónimo, empezará a comprender el porqué de su disconforme e insatisfecha actitud.
Al encuentro de Mr. Banks es una interesante película dirigida por John Lee Hancock, un biopic del género “cine dentro del cine”. Está basada en hechos reales y perfectamente documentados, tal y como consta en los archivos de la productora Disney. Aparte de esto, son dignas de destacar las magníficas interpretaciones de dos grandísimos actores como son Emma Thompson y Tom Hanks, que recrean en un magnífico mano a mano un episodio de la historia cinematográfica muy poco conocido hasta ahora.
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